Desde que un niño y niña nace, los principales fuente de apoyo son los padres y madres, los cuales brindan el afecto y soporte en cada etapa de la vida de un hijo o hija, pero qué sucede cuando uno de estos se encuentra ausente, quizá la madre no sepa cómo explicárselo a sus hijos(a)s y por ende la comunicación entre madre e hijos (a) se convierte en superficial, por temor a contar algo que pudiera dañarlos.
Un padre puede estar ausente en la vida de los hij(a)s, por distintas maneras. Pero la ausencia del padre no es lo mismo que inexistencia. Un hijo(a) es siempre el producto de un hombre y de una mujer, aunque alguno de ellos esté ausente, desaparecido o muerto.
A ningún hijo(a) se le puede decir “tú no tienes padre”, porque eso distorsiona la naturaleza de las cosas. A continuación se presentan algunos ejemplos de cómo explicar la ausencia del padre según sea el caso:
- En familias en las que el padre se ausenta con frecuencia, pero convive con la familia: ” tu padre no está en casa pero está presente en mi cabeza y en mi corazón, por lo tanto yo te hablo teniendo en cuenta lo que piensa él. Cuando regrese verás que no son caprichos míos”.
- Después de un divorcio: “aunque tu padre no sea más mi marido, sus palabras en cuanto a tu educación, siguen teniendo peso para mí” o bien “tu padre y yo pensamos este tema de muy distinta manera, yo te doy mi opinión y escucharás también la de él”. Si las versiones de ambos padres son irreconciliables, se recurrirá a un tercero neutral.
- Sí el padre ha muerto: “las palabras y las ideas de tu papá siguen vivas para nosotros, yo recuerdo las cosas que para él eran importantes como padre”.
- Cuando el padre es desconocido: “tú tienes padre, sino no hubieras podido nacer, pero él sólo participó en tu gestación ” o según el caso ” yo sabía que tu padre no iba a vivir con nosotros, pero yo elegí tenerte y criarte a pesar de eso”. Lo que sí debe ser tomado como regla es que un niño(a) no debe sentir jamás que es propiedad de su madre o de su padre, cuando es la madre la que desaparece de su vida. Nadie puede decirle “soy tu dueño, hago lo que quiero contigo”.
Una madre, por más desprecio y resentimiento que tenga hacia el padre de su hijo(a), no tiene derecho a excluir su existencia. Puede que sea alcohólico, criminal o como sea, pero es el padre que tiene o que tuvo, y forma parte de la historia de ese niño. Ser madre, es aceptar que el niño es también hijo de un padre.